Por El Común -09/01/20211

Mi ingreso en el Partido Comunista constituye un paso lógico en mi vida y en mi trabajo, paso que da a estos su significación. Mediante el dibujo y el color he tratado de lograr un conocimiento más profundo del mundo y de los hombres, a fin de que este conocimiento sirva a liberarnos. Siempre he expresado, a mi manera, lo que consideraba más verdadero, más justo y mejor, y era por lo tanto más bello, pero durante la opresión y la insurrección advertí que esto no es bastante, que debía luchar no sólo con mis pinceles, sino con todo mi ser. Una «inocencia» peculiar me había impedido antes comprenderlo.

Me he hecho comunista porque nuestro Partido se esfuerza más que cualquier otro por conocer y por edificar el Mundo, convirtiendo a los hombres en pensadores más claros, más libres y más felices. Me he hecho comunista porque los comunistas son los más bravos en Francia, en la Unión Soviética y en mi propia patria: España. Jamás me he sentido más libre ni más completo que desde que ingresé. Mientras espero el momento en que España pueda acogerme de nuevo, el Partido Comunista Francés será para mí una patria. En él me he reunido de nuevo con todos mis amigos -los grandes científicos Paul Langevin y Frédéric Joliot-Curie, los grandes escritores Louis Aragon y Paul Éluard, y tantos bellos rostros de los insurgentes de París. De nuevo vuelvo a encontrarme entre mis hermanos.